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La década de la Feria Vegana de Barcelona refleja el auge del veganismo

  • Writer: Glòria Romero
    Glòria Romero
  • Jun 3, 2022
  • 3 min de lectura

El reconocido evento, que cuenta con más de cien ediciones, cumple diez años el próximo mes de diciembre

Cartel publicitario de la próxima edición del evento


El panorama actual del movimiento vegano no tiene nada que ver con el que era a inicios de la década pasada y la Feria Vegana de Barcelona es un claro ejemplo de su evolución. La primera edición del evento tuvo lugar en 2012 y desde entonces no ha fallado un solo mes, excepto aquellos afectados por la pandemia. Con entrada libre y gratuita, los asistentes pueden disfrutar de una variedad de estands entre comida, cosmética, libros, ilustraciones e incluso ropa y complementos. A día de hoy acumula más de cien entregas, la próxima teniendo lugar el 12 de junio en el Casal del Barri Pou de la Figuera, constituyendo así la centésimo tercera. Su crecimiento en popularidad ha ido de la mano con la normalización del veganismo, pero, ¿de qué modo se ven estos cambios reflejados?


En el momento en que se formó la feria, había poca gente integrada dentro del movimiento animalista y además tenían pocos recursos. De hecho, durante mucho tiempo esta les sirvió como un ingreso mensual fijo que les permitía llegar a fin de mes. Los productos ofrecidos eran fabricados desde casa, sin mucha experiencia. A día de hoy la calidad ha mejorado substancialmente y la mayoría de los vendedores incluso cuentan con sus propios negocios. Cambio que también se refleja en el público asistente, tal y como comenta el fundador Marco Silenzio: "al principio venía gente con bajos ingresos, pero con el paso de los años, que el veganismo se ha puesto de moda y ya no es algo raro, ahora viene gente de todo tipo, incluso personas que pueden gastar mucho".


Fotos de ediciones pasadas de la Feria Vegana BCN, sacadas de su perfil de Instagram


Al contrario de lo que pueda parecer, nunca se tuvo la idea de que la feria se convirtiese en una congregación exclusiva para gente vegana. El único requisito es que todos los productos vendidos sí sean 100% de origen vegetal, sin excepción alguna. Por el contrario, "todo el mundo interesado en venir es bienvenido", especifica Silenzio, que cuenta con su propio puesto de comida vegana italiana, "El Horno Del Silenzio". Sobretodo porque este tipo de ambientes son idóneos para educar en conciencia antiespecista. Así pues, el número de asistentes ha llegado a crecer de 200 (todos veganos) a poco más de 1.000 (con un porcentaje notable de gente no vegana), la cifra más alta de su historia que se consiguió el pasado abril por la celebración de la edición número cien.


Como el público ha cambiado a lo largo del tiempo, las actividades se han ido adaptando a la diferencia de escenarios. Antaño se solían hacer charlas, conciertos y actos de concienciación, pero Silenzio comenta que "mucha de la gente que acude a día de hoy no es activista ni lucha diariamente por los derechos de los animales, como sí lo era al principio". En su lugar, vienen sobretodo personas con una dieta basada en vegetales a quienes simplemente les gusta comprar productos veganos y "pasear entre los puestos, no sentarse un largo rato a escuchar a alguien hablar". Sin embargo, el fundador tiene propuestas futuras para retomar el carácter reivindicativo y educativo del evento.


A pesar de esto, muchos activistas férreos repiten la experiencia, como por ejemplo Ylena Delgado, antigua miembra de la Plataforma Antiespecista BCN que considera que "el ambiente es acogedor" y aprecia que "muchos puestos donan sus ganancias a santuarios de animales". Y es que para Silenzio, más allá de una regulación moral, es primordial una regulación económica: todos los comercios son contratados con la conciencia de estar pactando entre iguales, de estar ofreciendo un espacio de venta a un pequeño negocio artesanal que usará sus ganancias "para pagarle el colegio a sus hijos, no para comprarse un yate". Por ello no se aceptan empleados: las personas que venden deben ser las mismas que fabrican los productos o cocinan los platos ofrecidos.


Además, siempre se da prioridad a nuevos proyectos y se van rotando los negocios para darle espacio a tantos como sea posible cada mes, intentando que sean diversos y aporten originalidad. Este espíritu de mutua colaboración y de dedicación es la esencia de la feria, el mismo espíritu que ha conseguido que el veganismo se afinque como movimiento y siga aumentando en seguidores. Uno de los próximos pasos para la Feria Vegana será su inscripción como asociación o cooperativa para que por fin, después de una década, las personas encargadas de su organización puedan recibir su remuneración bien merecida.


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